La revolución tecnológica

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Ahora quejarse es mucho más cómodo. Todos somos ese cuñado que sabe de todo pero que, a diferencia de él, que nos patea el cerebro en la sobremesa de navidad, descargamos nuestra furia en las redes sociales. Sin embargo y a diferencia también del cuñado, a quien la charla le dura una media de tres patxaranes, la nuestra es una carga más efímera que un tema de Ramones. Una decena de likes y se nos olvida la rabia.

Como se nos olvidó Kukutza, como se nos olvida que en Vista Alegre siguen torturando y asesinando animales, como se nos están olvidando los txabales de Altsasu, como se nos olvida el ataque a la libertad de prensa hasta que desayunamos con una noticia que nos recuerda que hace 20 años nuestros kioskos amanecieron con un periódico menos (Egin, por si se necesitan más pistas). Se nos olvida t.o.d.o hasta que vuelve a ser trending topic (y venga anglicismos), hasta que Facebook ® nos recuerda que hace un año protestamos porque condenaron a un mutil por hacer una pintada con un rotulador (arma de destrucción masiva) y ya solo alzamos la voz al unísono por Cabacas cuando Berri Txarrak pone su imagen en el bombo de la batería durante el concierto de la MTV ® en San Mamés (qué bonitas nos quedaron las stories en Instagram ® ).

Los únicos que no se olvidan NUNCA son nuestros JUBILETAS.Paulo Coelho

Los únicos que no se olvidan NUNCA son nuestros JUBILETAS. Los reconoceréis debajo de sus paraguas frente al ayunta de Bilbo. Granice, haga frío o se salten la clase de gimnasia. Porque sí, porque ellos sí saben comprometerse. Un año llevan ya sin necesidad de hacerse acompañar por una batucada para reclamar lo que es justo.

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